martes, 8 de marzo de 2011

Operación "Mierdas las justas"

    Tengo el cerebro lleno de emociones que no encuentran lugar entre sus compañeras. Dicho de otra manera: Diógenes emocional. Llegado este momento, es mejor hacer limpieza y desechar todo lo que ya no sirve o todo lo que sirve para incordiar (o ambas cosas).
    Suelo a almacenar masivamente recuerdos, tanto mentales como físicos. Me dedico a llenar cajitas, estantes y cajones de cosas que no vuelvo a mirar en años y que al final no tienen más valor que el de un trasto. Me cuesta desprenderme de "MIS cosas", como las llamaba de pequeña. Mi mundo, Mi casa, Mis amigos, Mi cajón, Mi cama, Mi libro, Mis personas... Un día, hablando con Mi madre (hablar es un decir, cuando tratábamos el espinoso tema de la limpieza en MI habitación, la hostilidad iba in crescendo), me dio un consejo al que, mira tú por dónde, le encontraría sentido 15 años después...:
"- Pon todas estas cosas en una bolsa, si en tres meses no has tenido que abrirla en algún momento, es que no necesitas nada de lo que hay dentro. ¡A LA BASURA!"

    Hombre... yo lo veo un tanto drástico... pero bien aplicado... ¡tiene su potencial! (¡esta mujer es un diamante en bruto!). Y es que, al fin y al cabo el ir acumulando sin criterio te convierte en esclavo de tu pasado, al que tienes que ir cargando allá a donde vayas. Y la vida nos demuestra cada día que es mejor ir ligerito, ¡por si tienes que salir por patas!

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